Repertorio / LONG PLAY VERSION 1985

  • Presentación (Canciones de la oficina)
  • Sueldo
  • La balada del empleado nuevo
  • Amor de tarde
  • Yo soy la secretaria
  • Dactilógrafo
  • Cuando te jubiles
  • Guardería
  • Aquí no hay cielo
  • Presentación (Versos para cantar)
  • Tu quebranto
  • Vidalita, por las dudas
  • Vamos juntos
  • Oda a la pacificación
  • Oda a la mordaza
  • De qué se ríe?
  • Presentación (Canciones de amor y desamor)
  • Te quiero
  • A la izquierda del roble
  • Todavía
  • Hombre preso que mira a su hijo
  • El triunfo de los muchachos
  • Un padrenuestro latinoamericano

PRESENTACION

M. Benedetti / A. FaveroNo piensen ustedes que estas letras de canciones que ahora se llaman “de la oficina” fueron originariamente escritas para ser cantadas. Nada de eso. En mil novecientos cincuenta y seis, cuando fueron escritas y publicadas por primera vez, formaban parte de los “Poemas de la oficina” que, aunque era mi séptimo libro, fue en realidad el primero que consiguió lectores. Hace veintidós años la rutina burocrática de mi país no era cantable. Todavía cuatro años después escribí que el Uruguay era la única oficina del mundo que había alcanzado la categoría de república. Con los años todo ha cambiado y, como ustedes seguramente lo saben, hoy hay en mi país ciertas cosas que son más importantes y más trágicas que las oficinas; estas canciones, de algún modo, recuerdan un país que ya no es. Quizá por eso podemos convertir aquellos triste poemas en canciones un poco menos ingenuas. El contorno humano y la historia reciente se han aliado para quitarles ingenuidad, aunque el texto siga siendo el mismo. Debo aclarar, sin embargo, que esto sólo lo entendí cuando, en mil novecientos setenta y dos, Alberto y Nacha me comunicaron su intención de transformar en canciones aquel antiguo pesimismo. Sólo entonces entendí que la gente joven, a partir de sus nuevas ansiedades, podría comprender y cantar aquella vieja ansiedad. Porque siempre que el dolor se instala entre nosotros ese mismo sufrimiento nos hace generosos. Y la generosidad, que es el único egoísmo legítimo, nos acerca al prójimo. Incluso a aquel oscuro y rutinario prójimo que, en mil novecientos cincuenta y seis, estaba tan solo, tan aislado, tan inmerso en sus frustraciones. Una sola de las canciones de la oficina no es de aquél año, sino de mil novecientos setenta y dos, me refiero a la que se titula “Yo soy la secretaria”, fue escrita especialmente para Nacha y pensando no sólo en su voz, sino también en su capacidad histriónica. Pero ese fue un hecho de todas maneras más reciente. Había sido en mil novecientos setenta y dos cuando escuché a Nacha cantar “Aquí no hay cielo” que comprendí que el antiguo pesimismo de mis poemas de mil novecientos cincuenta y seis podía generar, en las canciones de dieciséis años después, una nueva esperanza, a partir de un nuevo afecto hacia el hombre común, hacia el hombre de todos los días y todas las noches.

SUELDO

M. Benedetti / A. FaveroAquella esperanza que cabía en un dedal | Aquel ir y venir del sueño | Aquel horóscopo de un larguísimo viaje | Aquella confianza desde no sé cuándo | Aquel juramento hasta no sé dónde | Ese alguien que yo hubiera podido ser | con otro ritmo y alguna lotería | En fin, para decirlo de una vez por todas | aquella esperanza que cabía en un dedal | evidentemente, no cabe en este sobre | con sucios papeles de tantas manos sucias | que me pagan, es lógico, en cada veintinueve | por tener los libros rubricados al día | y dejar que, simplemente, transcurra la vida

LA BALADA DEL EMPLEADO NUEVO

M. Benedetti / A. FaveroViene contento el nuevo | la sonrisa juntándole los labios | El lápiz “Faber” virgen y agresivo | El duro traje azul de los domingos | Decente. Un muchachito | Cada vez que se sienta piensa en las rodilleras | Murmura “Sí, señor” | Se olvida de sí mismo | Agacha la cabeza | Escribe sin borrones | Escribe hasta las siete menos cinco | Sólo entonces suspira | Y es un lindo suspiro | de modorra feliz | de cansancio tranquilo | Claro, uno ya lo sabe | se agacha demasiado | Dentro de veinte años | quizá de veinticinco | no podrá enderezarse | ni será el mismo | Tendrá unos pantalones mugrientos y cilíndricos | Y un dolor en la espalda, siempre en su sitio | No dirá “Sí señor” | Dirá “Viejo podrido” | Rezará palabrotas despacito | y dos veces al año pensará convencido | sin creer su nostalgia ni culpar al destino | que todo, todo, ha sido demasiado sencillo

AMOR DE TARDE

M.Benedetti / A. FaveroEs una lástima que no estés conmigo | cuando miro el reloj y son las cuatro | y acabo la planilla y pienso diez minutos | y estiro los brazos como todas las tardes | y hago así con los hombros para aflojar la espalda | y me doblo los dedos y les saco mentiras | Es una lástima que no estés conmigo | cuando miro el reloj y son las cinco | Una lástima, aunque estés a diez metros | mientras soy la manija que calcula intereses | o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas | o alguien que hace cifras y les saca verdades | Es una lástima que no estés conmigo | cuando miro el reloj y ya son las seis | Podrías acercarte de sorpresa y decirme “¿Qué tal?” | Y quedaríamos, vos con la mancha roja de mis labios | yo con el tizne azul de tu carbónico | Es una lástima que no estés conmigo

YO SOY LA SECRETARIA

M.Benedetti / A. FaveroYo soy la secretaria ideal | Mi jefe es elegante | Mi jefe es tan discreto | Es alto, es distinguido | es un jefe completo | Cuando viene y me encarga una copia textual | yo soy la secretaria ideal | Mi jefe tiene esposa | dos hijos y dos criadas | La esposa, por lo menos | no lo comprende nada | Cuando viene y me dice “Somos tal para cual” | yo soy la secretaria ideal | Mi jefe tiene un Mustang | y algún departamento | donde vamos a veces | yo y su remordimiento | Entonces lo conforto, es pecado venial | Yo soy la secretaria ideal | Mi jefe se comporta como un tipo maduro | La panza disimula uando viste de oscuro | Y si bosteza y dice “Hoy no, me siento mal” | yo soy la secretaria ideal | Cuando se va mi jefe, mi jefe, ese hombre viejo | yo me desarmo y quedo sola frente al espejo | y a mí misma me digo el cansado ritual | “Yo soy la secretaria ideal”

DACTILOGRAFO

M. Benedetti / A. FaveroMontevideo 15 de noviembre de 1955 | Montevideo era verde en mi infancia | absolutamente verde y con tranvías | muy señor nuestro por la presente | yo tuve un libro del que podía leer | veinticinco centímetros por noche | y después del libro la noche se espesaba | y yo quería pensar en como sería eso de no ser | de caer como piedra en un pozo | comunicamos a usted que en esta fecha | hemos efectuado por su cuenta | quién era ah sí mi madre se acercaba | y prendía la luz y no te asustes | y después la apagaba antes que me durmiera | el pago de trescientos doce pesos a la firma de Menéndez y Solares | y sólo veía sombras como caballos | y elefantes y monstruos casi hombres | y sin embargo aquello era mejor | que pensarme sin la sabia del miedo | desaparecido como se acostumbra | en un todo de acuerdo con sus ordenes de fecha siete del corriente | era tan diferente era verde | absolutamente verde y con tranvías | y qué optimismo tener la ventanilla | sentirse dueño de la calle que baja | jugar con los números de las puertas cerradas | y apostar consigo mismo en términos severos | rogámosle acusar recibo lo antes posible | si terminaba en cuatro o trece o diecisiete | era que iba a reír o a perder o a morime | de esta comunicación a fin de que podamos | y hacerme tan sólo una trampa por cuadra | registrarlo en su cuenta corriente | absolutamente verde y con tranvías | y el prado con caminos de hojas secas | y el olor a eucalitpus y a temprano | saludamos a usted atentamente | y desde allí los años y quién sabe

CUANDO TE JUBILES

M.Benedetti / A. FaveroEl cielo de veras | que no es este de ahora | el cielo de cuando te jubiles | durará todo el día | todo el día caerá | como lluvia de sol | sobre tu calva | Estarás algo sordo | para escuchar los árboles | pero, de todos modos | recordarás que existen | Tal vez un poco viejo | para andar en la arena | pero el mar todavía | ye pondrá melancólico | Estarás sin memoria | Estarás sin dinero | Con el tiempo en los brazos | Como un recién nacido | Y llorará contigo | Y llorarás con él | Estarás solitario | como una ostra | Y podrás hablar | de tus fieles amigos | que, como siempre | contarán desde Europa | sus más tímidos | contrabandos y becas | Estarás en la orilla del mundo | contemplando desfiles para niños | eclipses y regatas | Te pondrás el sombrero | para mirar la luna | Nadie pedirá informes | ni balances, ni cifras | Sólo tendrás horario | para tu muerte | Pero el cielo de veras | que no es este de ahora | ese cielo de cuando te jubiles | habrá llegado demasiado tarde

GUARDERIA

M.Benedetti / A. FaveroHoy vino el patrón | y nos dejó su niño | Casi tres horas | Nos dejó su niño | Indefenso, sonriente y millonario | Un angelito gordo y sin palabras | Lo sentamos allí | Frente a la máquina | Y él se puso a romper su patrimonio | Como un experto desgarró la cinta | y le gustaron efes y comillas | Nosotros, satisfechos como tías, dejamos que haga y que deshaga | Por suerte ya la máquina está rota | Después de todo, el niño es un encanto | Sólo dice “Papá” | En diciembre dirá “Está despedido, no sea idiota”

AQUI NO HAY CIELO

M.Benedetti / A. FaveroQuién me iba a decir que el destino era esto | Ver la lluvie a través de letras invertidas | Esa pared con manchas que parecen ministros | El techo de los ómnibus brillantes como peces | Y esa melancolía que impregna las bocinas | Aquí no hay cielo | Aquí no hay horizonte | Hay una mesa grande para todos los brazos | Y una silla que gira cuando quiero escaparme | Otro día se acaba y el destino era esto | Es raro que uno tenga tiempo de verse triste | Siempre suena una orden, un teléfono, un timbre | Y, claro, está prohibido llorar sobre los libros | Porque no queda bien que la tinta se corra | Aquí no hay cielo

PRESENTACION

M. Benedetti / A. FaveroAcaso alguien se pregunte cómo, en el oscuro presente que viven nuestros pueblos, nos quedan tiempo y ganas para cantar y para acompañar, aplaudir, o corear a quienes cantan. No siempre podemos decir lo que sentimos y, sobre todo, no podemos decirlo en nuestros países. No siempre podemos hacer referencias a hechos dramáticos y recientes pero ¿acaso los olvidamos? No es el olvido lo que nos congrega junto a las canciones. Sucede, simplemente, que el cantor dice con su canto su rabia o su alegría. Es un profesional, en el mejor sentido de la palabra, porque su arte se basa en una profesión de fe, en una apuesta hacia el futuro. De algún modo es un intérprete de nuestra indignación o de nuestra esperanza. Y, si pese a toda la amargura y toda la rabia, cantamos con él, es porque, ni él ni nosotros, apostamos a un mundo de ignominia y de crueldad, sino a otro de justicia y de alegría. Mientras tanto las canciones son ventanas abiertas, algunas veces hacia el pasado aleccionante y otras a un futuro que queremos ganar. Pero siempre que esas “ventanas-canciones” se abren, es como si circulara por el sórdido callejón una corriente sana, un aire puro, algo que, de algún modo, nos oxigena y nos ayuda a cumplir con dignidad y con valor esa dura tarea que es vivir, simplemente vivir.

TU QUEBRANTO

M.Benedetti / A. FaveroTu voz no quiere cantar | Tu voz se esconde en el llanto | Si pregunto tu quebranto | es sólo por preguntar | Desde que tu pena existe | como un ileso sentido | todo está triste y cumplido | todo está cumplido y triste | No tiene melancolía | el limpio dolor que tienes | Ya no te quedan rehenes | para obtener la alegría | Tu voz no quiere cantar | Tu voz se esconde en el llanto | Si pregunto tu quebranto | es sólo por preguntar | Tu pena no es tu tortura | Tu pena es tu peregrina | Quién sabe cómo termina | si termina la aventura | Tu pena es un cautiverio | sin mar sin cielo y sin rosas | Por sobre todas las cosas | tu pena es como misterio | Tu voz no quiere cantar | Tu voz se esconde en el llanto | Si pregunto tu quebranto | es sólo por preguntar | Tu voz se calla por sabia | y ese silencio es mejor | Si tu dolor no es dolor | es que tu dolor es rabia | Tu dolor es una espada | que hiere o corta o libera | Tu pena es una manera | de vencer la madrugada | Tu voz no quiere cantar | Tu voz se esconde en el llanto | Si pregunto tu quebranto | no me vas a contestar

VIDALITA POR LAS DUDAS

M.Benedetti / A. FaveroLas voces de abajo, vidalita | están casi mudas | Pero los gendarmes, vidalita | matan por las dudas | No saben en dónde, vidalita | se enredo el enredo | Por las dudas llevan, vidalita | chalecos de miedo | Dudan los dudosos, vidalita | Duda poca gente | Dudan los esbirros, vidalita | Duda el presidente | Pero si supieran, vidalita | lo que el pueblo sabe | ya no dudarían, vidalita | que duda te cabe | Conseguir lo justo, vidalita | cuesta dios y ayuda | Pero se consigue, vidalita | no te quepa duda | Yo tan sólo dudo, vidalita | cuando es más barato | Si para mañana, vidalita | o dentro de un rato

VAMOS JUNTOS

M. Benedetti / A. FaveroCompañero, te desvela la misma suerte que a mí | Prometiste y prometí encender esta candela | Prometiste y prometí encender esta candela | Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero | Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero | La muerte mata y escucha, la vida viene después | La unidad que sirve es la que nos une en la lucha | La unidad que sirve es la que nos une en la lucha | La historia tañe, sonora, su lección como campana | Para gozar el mañana hay que pelear el ahora | Para gozar el mañana hay que pelear el ahora | Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero | Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero | Ya no somos inocentes, ni el la mala ni en la buena | Cada cual en su faena, porque en esto no hay suplentes | Cada cual en su faena, porque en esto no hay suplentes | Algunos cantan victorias porque el pueblo paga vidas | Pero esas muertes queridas van escribiendo la historia | Pero esas muertes queridas van escribiendo la historia | Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero | Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero

ODA A LA PACIFICACION

M. Benedetti / A. FaveroNo sé hasta dónde irán los pacificadores con su ruido metálico de paz | pero hay ciertos corredores de seguros | que ya colocan pólizas contra la pacificación | y hay quienes | reclaman la pena del garrote | para los que no quieren ser pacificados | cuando los pacificadores apuntan | por supuesto tiran a pacificar | y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro | es claro que siempre hay algún necio | que ser resiste a ser pacificado por la espalda | o algún estúpido que resiste | la pacificación a fuego lento | en realidad somos un país tan peculiar | que quien pacifique a los pacificadores | un buen pacificador será

ODA A LA MORDAZA

M. Benedetti / A. FaveroNo creo en vos | mordaza | pero voy a decirte | por qué no creo | tal vez | ahora no digo | no hoy ni ay | y sin embargo | igual destapo el verbo | respiro el grito | y armo la blasfemia | pienso | luego insisto | hago inventario | de tu alegre pálpito de la miseria | de tu crueldad sin muchas | ilusiones | de tu ira lustrada | de tu miedo | porque mordaza | vos | sos muchísimo más que un trapo | sucio | sos la mano tembleque que te ayuda | sos el dueño flamante de esa mano | y hasta el dueño canalla de tu | dueño | porque mordaza | sos muchisimo más que un trapo | sucio | con gusto a boca libre y a puteada | sos la ley malviviente del sistema| sos la flor bienmuriente de la | infamia | pienso | luego insisto | a tu custodia quedan mis labios | apretados | quedan mis incisivos | colmillos | y molares | queda mi lengua | queda mi discurso | pero no queda en cambio mi | garganta | en mi garganta empiezo | por lo pronto | a ser libre | a veces trago la saliva amarga | pero no trago mi rencor sagrado | mordaza bárbara | mordaza ingenua| crees que no voy a hablar | pero sí hablo | solamente con ser | y con estar | pienso | luego insisto | qué me importa callar | si hablamos todos | por todas partes las paredes | y por todos los signos | qué me importa callar | si ya sabés | oscura | qué me importa callar | si ya sabés | mordaza | lo que voy a decirte | porquería

DE QUE SE RIE?

M.Benedetti / A. FaveroEn una exacta foto del diario | señor ministro del imposible | Vi en plena risa y en plena euforia | y en pleno gozo su rostro simple | Seré curiosa, señor ministro | ¿De qué se ríe? | ¿De qué se ríe? | De su ventana se ve la plaza | Villamiseria no está visible | Tienen sus hijos ojos de mando | pero otros tienen mirada triste | Aquí en la calle suceden cosas | que ni siquiera pueden decirse | Los estudiantes y los obreros | ponen los puntos sobre las íes | Por eso digo, señor ministro | ¿De qué se ríe? | ¿De qué se ríe? | Usted conoce mejor que nadie | la ley amarga de estos países | Ustedes, duros con nuestra gente | por qué con otros son tan serviles | Cómo traicionan el patrimonio | mientras el gringo nos cobra el triple | Cómo traicionan, usted y los otros | los adulones y los serviles | Por eso digo, señor ministro | ¿De qué se ríe? | ¿De qué se ríe? | Aquí en la calle sus guardias matan | y los que mueren son gente humilde | Y los que mueren son gente humilde | y los que quedan, llorando rabia | seguro piensan en el desquite | Allá en la selva sus hombres hacen | sufrir al hombre y eso no sirve | Después de todo usted es el palo mayor | de un barco que se va a pique | Por eso digo, señor ministo | ¿De qué se ríe? | ¿De qué se ríe? | Seré curiosa, señor ministro | ¿De qué se ríe?

PRESENTACION

M. Benedetti / A. FaveroLas poemas y canciones que siguen forman parte en su mayoría del libro: “Poemas de otros”. Confieso que son poemas de una técnica casi narrativa, ya que han sido escritos a partir del punto de vista de personajes inventados. Todos los yoes de estos poemas son, por lo tanto, de personajes, aunque, por supuesto, a través de ellos, en alguna proporción, también soy yo mismo. En cierto sentido los otros que invento son confidencias sobre aquello que, desgraciadamente, no me ocurre. Y también, los otros que invento dicen en ocasiones cosas que yo no hubiera dicho ni aunque fuera otro. Algunos, no muchos, de estos “Poemas de otros”, son textos políticos, pero a través de situaciones humanas muy concretas, sin embargo casi todos, aún los poemas políticos, terminan siendo poemas de amor, enfocando a veces una imagen de muchacha que también es muchas y es una sóla. Y no creo que haya en esto una contradicción, porque la política es también una forma del amor, pero no viceversa. Por algo en el amor es mucho más fácil tener el corazón caliente que la cabeza fría. Una parte del libro se llama, precisamente, “Canciones de amor y desamor” y, en base a ella, hemos iniciado un nuevo ciclo con Alberto y Nacha. A lo mejor a ustedes les extraña, pero varias de esas canciones son canciones de amor y sólo eso. Y no pensamos avergonzarnos de semejante realismo. Hay que aventar cierta mentirosa imagen que suele presentar al luchador político, al joven militante, como un ser tan riguroso en su disciplina, tan sectario en sus sentimientos, que es incapaz de amar como cualquier hijo de vecina e, incluso, a la hija del vecino, sobre todo si está bien de piernas e ideología El amor no es un artículo suntuario, sino una necesidad vital del ser humano. Es claro que no siempre uno es capaz de colmar esa necesidad pero, aún en ese caso, la soledad es también un homenaje al prójimo y, en el cincuenta por ciento de los casos, a la prójima.

TE QUIERO

M. Benedetti / A. FaveroSi te quiero es porque sos | mi amor, mi cómplice y todo | Y en la calle, codo a codo | somos mucho más que dos | somos mucho más que dos | Tus manos son mi caricia | mis acordes cotidianos | Te quiero porque tus manos | trabajan por la justicia | Si te quiero es porque sos | mi amor, mi cómplice y todo | Y en la calle, codo a codo | somos mucho más que dos | somos mucho más que dos | Tus ojos son mi conjuro | contra la mala jornada | Te quiero por tu mirada | que mira y siembra futuro | Tu boca, que es tuya y mía | tu boca no se equivoca | Te quiero porque tu boca | sabe gritar rebeldía | Si te quiero es porque sos | mi amor, mi cómplice y todo | Y en la calle, codo a codo | somos mucho más que dos | somos mucho más que dos | Y por tu rostro sincero | y tu paso vagabundo | y tu llanto por el mundo | Porque sos pueblo te quiero | Y porque amor no es aureola | ni cándida moraleja | Y porque somos pareja | que sabe que no está sola | Te quiero en mi paraiso | es decir, que en mi país | la gente viva feliz | aunque no tenga permiso | Si te quiero es porque sos | mi amor, mi cómplice y todo | Y en la calle, codo a codo | somos mucho más que dos | Y en la calle, codo a codo | somos mucho más que dos

A LA IZQUIERDA DEL ROBLE

M. Benedetti / A. FaveroNo sé si alguna vez les ha pasado a ustedes | pero el jardín botánico es un parque dormido | en el que uno puede sentirse árbol o prójimo | siempre y cuando se cumpla un requisito previo | que la ciudad exista tranquilamente lejos | el secreto está en apoyarse digamos en un tronco | y oír a través del aire que admite ruidos muertos | como en Millán y Reyes galopan los tranvías | no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes | pero el jardín botánico siempre ha tenido | una agradable propensión a los sueños | a que los insectos suban por las piernas | y la melancolía baje por los brazos | hasta que uno cierra los puños y la atrapa | después de todo el secreto está en mirar hacia arriba | y ver cómo las nubes se disputan las copas | y ver como los nidos se disputan los pájaros | no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes | ah pero las parejas que huyen al botánico | ya desciendan de un taxi o bajen de una nube | hablan por lo común de temas importantes | y se miran frenéticamente a los ojos | como si el amor fuera un brevísimo túnel | y ellos se contemplaran por dentro de ese amor | aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble | hablan y por lo visto las palabras | se quedan conmovidas a mirarlos | ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos | no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes | pero puede ocurrir que de pronto uno advierta | que en realidad se trata de algo desolado | uno de esos amores de tántalo y azahar | que dios no admite porque tiene celos | fíjense que él acusa con ternura | y ella se apoya contra la corteza | fíjense que él va tildando recuerdos | y ella se consterna misteriosamente | para mí que ella está diciendo | lo que se dice a veces en el jardín botánico | - - - - - - - - - - - - - - - - - - | Vos lo dijiste | nuestro amor | fue desde siempre un niño muerto | Solo de a ratos parecía | que iba a vivir | que iba a vencernos | Pero los dos fuimos tan fuertes | que lo dejamos sin su sangre | sin su futuro, sin su cielo | Un niño muerto, solo eso | Maravilloso y condenado | Tal vez tuviera una sonrisa | como la tuya | dulce y honda | Tal vez tuviera un alma triste | como mi alma | poca cosa | Tal vez aprendiera con el tiempo | a desplegarse | a usar el mundo | Pero los niños que así vienen | muertos de amor | muertos de miedo | tienen tan grande el corazón | que se destruyen sin saberlo | Vos lo dijiste | nuestro amor | fue desde siempre un niño muerto | Y qué verdad | dura y sin sombra | Qué verdad | fácil y que pena | Yo imaginaba que era un niño | y era tan solo un niño muerto | Ahora qué queda | Solo queda venir la fe | Que recordemos | lo que pudimos haber sido para él | que no pudo ser nuestro | Qué más | Acaso cuando llegue | un 23 de abril y abismo | vos donde estés | llevale flores | que yo también iré contigo | - - - - - - - - - - - - - - - - - - | no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes | pero el jardín botánico es un parque dormido | que sólo se despierta con la lluvia | ahora la última nube ha resuelto quedarse | y nos está mojando como a alegres mendigos | el secreto está en correr con precauciones | a fin de no matar ningún escarabajo | y no pisar los hongos que aprovechan | para nacer desesperadamente | sin prevenciones me doy vuelta | y siguen aquellos dos a la izquierda del roble | eternos y escondidos en la lluvia | diciéndose quién sabe qué silencios | no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes | pero cuando la lluvia cae sobre el botánico | aquí se quedan sólo los fantasmas | ustedes pueden irse | yo me quedo

TODAVIA

M. Benedetti / A. FaveroNo lo creo todavía | estás llegando a mi lado | y la noche es un puñado | de estrellas y de alegría | Palpo, gusto, escucho y veo | Tu rostro, tu paso largo, tus manos | y, sin embargo | todavía no lo creo | Tu regreso tiene tanto que ver | contigo y conmigo | que por cábala lo digo | y por las dudas lo canto | Nadie nunca te reemplaza | y las cosas más triviales | se vuelven fundamentales | porque estas llegando a casa | Sin embargo todavía | no puedo creer mi suerte | porque el cielo de tenerte | me parece fantasía | Pero venís y es seguro | Y venís con tu mirada | Y por eso tu llegada | hace mágico el futuro | Y aunque no siempre he entendido | mis culpas y mis fracasos | en cambio sé que en tus brazos | el mundo tiene sentido | Y si beso la osadía | y el misterio de tus labios | no habrá dudas ni resabios | te querré más todavía

HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO

M. Benedetti / A. FaveroCuando era como vos me enseñaron los viejos | y también las maestras bondadosas y miopes | que libertad o muerte era una redundancia | a quién se le ocurría en un país | donde los presidentes andaban sin capangas | que la patria o la tumba era otro pleonasmo | ya que la patria funcionaba bien | en las canchas y en los pastoreos | realmente botija no sabían un corno | pobrecitos creían que libertad | era tan sólo una palabra aguda | que muerte era tan solo grave o llana | y cárceles por suerte una palabra esdrújula | olvidaban poner el acento en el hombre | la culpa no era exactamente de ellos | sino de otros más duros y siniestros | y estos sí | cómo nos ensartaron | en la limpia república verbal | cómo idealizaron | la vidurria de vacas y estancieros | y cómo nos vendieron un ejército | que tomaba su mate en los cuarteles | uno no siempre hace lo que quiere | uno no siempre puede | por eso estoy aquí | mirándote y echándote de menos | por eso es que no puedo despeinarte el jopo | ni ayudarte con la tabla del nueve | ni acribillarte a pelotazos | vos ya sabés que tuve que elegir otros jeugos | y que los jugué en serio | y jugué por ejemplo a los ladrones | y los ladrones eran policías | y jugué por ejemplo a la escondida | y si te descubrían te mataban | y jugué a la mancha | y era de sangre | botija aunque tengas pocos años | creo que hay que decirte la verdad | para que no la olvides | por eso no te oculto que me dieron picana | que casi me revientan los riñones | todas estas llagas hinchazones y heridas | que tus ojos redondos | miran hipnotizados | son durísimos golpes | son botas en la cara | demasiado dolor para que te lo oculte | demasiado suplicio para que se me borre | pero también es bueno que conozcas | que tu viejo calló | o puteó como un loco | que es una linda forma de callar | que tu viejo olvidó todos los números | (por eso no podría ayudarte en las tablas) | y por lo tanto todos los teléfonos | y las calles y el color de los ojos | y los cabellos y las cicatrices | en qué bar | qué parada | qué casa | y acordarse de vos | de tu carita | lo ayudaba a callar | por eso ahora | me podés preguntar | y sobre todo | puedo yo responder | uno no siempre hace lo que quiere | pero tiene el derecho de no hacer | lo que no quiere | llorá no más botija | son macanas que los hombres no lloran | aquí lloramos todos | gritamos berreamos moqueamos chillamos maldecimos | porque es mejor llorar que traicionar | porque es mejor llorar que traicionarse | llorá | pero no olvides

EL TRIUNFO DE LOS MUCHACHOS

M. Benedetti / A. FaveroEstán cambiando los tiempos | para bien o para mal | Para mal o para bien | nada va a quedar igual | Cielito cielo que sí | Con muchachos donde quieran | Mientras no haya libertad | se aplaza la primavera | Mientras no haya libertad | se aplaza la primavera | Se posterga para cuando | lleguen los años brutales | y del podrido poder | Se bajen los carcamales | Cielito, cielo, cielito | cielito a la descubierta | Las botas del miedo pasan | por una calle desierta | Las botas del miedo pasan | por una calle desierta | Viejos están y qué solos | qué ministros y qué viejos | Tienen los pesos aquí | pero los dólares lejos | Cielito, cielo, no importa | tienen miedo y es bastante | Conocen que ya hace mucho | la historia sigue adelante | Conocen que ya hace mucho | la historia sigue adelante | Los tiempos están cambiando | Están cambiando qué bueno | Siempre el mundo será ancho | pero ya no será ajeno | Cielito, cielo, qué joven | está el cielo en rebeldía | Qué verde viene la lluvia | qué joven la puntería | Qué verde viene la lluvia | qué joven la puntería | Se pone joven el tiempo | y acepta del tiempo el reto | Qué suerte que el tiempo joven | le falte al tiempo el respeto | Cielito del ganapán | cielito del ganavino | cielito del cierrapuños | cielo del abrecaminos | Cielito del cierrapuños | cielo del abrecaminos | Están cambiando los tiempos | para bien o para mal | Para mal o para bien | nada va a quedar igual | Nada va a quedar igual | cielito pero qué suerte | Déjennos la pobre vida | guárdense la rica muerte | Déjennos la pobre vida | guárdense la rica muerte

PADRE NUESTRO LATINOAMERICANO

M. Benedetti / A. FaveroPadre nuestro que estás en los cielos | con las golondrinas y con los misiles | quiero que vuelvas antes de que olvides | cómo se llega al sur de Río Grande | Padre nuestro que estás en el exilio | casi nunca te acuerdas de los míos | de todos modos, dondequiera que estés | santificado sea tu nombre | no quienes santifican en tu nombre | cerrando un ojo para no ver las uñas sucias de la miseria | En junio de mil nueve setenta y cinco | ya no sirve pedirte venga a nos el tu reino | porque tu reino también está aquí abajo | metido en los rencores y en el miedo | en las vacilaciones y en la mugre | en la desilusión y en la modorra | en este ansia de verte pese a todo | Cuando hablaste del rico, la aguja y el camello | y te votamos todos, por unanimidad, para la gloria | también alzó la mano el indio silencioso | que te respetaba pero se resistía a pensar hágase tu voluntad | Sin embargo una vez cada tanto | tu vountad se mezcla con la mía | la domina, la enciende ,la duplica | más arduo es conocer cuál es mi voluntad | cuando creo de veras lo que digo creer | así en tu omnipresencia como en mi soledad | así en la tierra como en el cielo | siempre estaré más segura de la tierra que piso | que del cielo intratable que me ignora | Pero, quién sabe, no voy a decidir | que tu poder se haga o se deshaga | Tu voluntad igual se está haciendo en el viento | en el Ande de nieve | en el pájaro que fecunda a su pájara | en los cancilleres que murmuran "Yes sir" | en cada mano que se convierte en puño | Claro, no estoy segura si me gusta el estilo | que tu voluntad elige para hacerse | lo digo con irreverencia y gratitud | dos emblemas que pronto serán la misma cosa | Lo digo, sobre todo, pensando en el pan nuestro de cada día | y de cada pedacito de día | Ayer nos lo quitaste, dánosle hoy | O al menos el derecho de darnos nuestro pan | no sólo el que era símbolo de algo | sino el de miga y cáscara | el pan nuestro | Y ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas | perdónanos, si puedes, nuestras deudas | pero no nos perdones la esperanza | no nos perdones nunca nuestros créditos | A más tardar mañana saldremos a cobrar a los fallutos | tangibles y sonrientes forajidos | A los que tienen garras para el arpa | Poco importa que nuestros acreedores perdonen | así como nosotros, una vez, por error | perdonamos a nuestros deudores | Todavía nos deben como un siglo de insomnios y garrote | como tres mil kilómetros de injurias | como veinte medallas a Somoza | como una sola Guatemala muerta | Y no nos dejes caer en la tentación | de olvidar o vender este pasado | o arrendar una sola hectárea de su olvido | ahora que es la hora de saber quiénes somos | y han de curzar el río el dolar y su amor contra-reembolso | arráncanos el alma el último mendigo | y líbranos de todo mal de conciencia | Amén