La polifacética argentina vuelve a los escenarios españoles, junto a su ex marido, con el espectáculo «Mucho más que dos»
La cantante y actriz argentina Nacha Guevara sigue sobre los escenarios. Tras estar más de un año representando un musical sobre Evita en Buenos Aires, la veterana artista ha regresado a España para ofrecer su espectáculo Mucho más que dos, junto a su ex marido Alberto Favero. La estrella ofreció varias actuaciones en Madrid y canceló otras por problemas de salud, pero mantiene la cita en Galicia, que será mañana, jueves, en el Centro Cultural Caixanova de Vigo.
-¿Cómo es este espectáculo?
-Es un clásico nuestro, basado en el célebre Nacha de noche , pero con un repertorio y una estructura diferentes. Además, nosotros ya somos unas personas diferentes. Pero es ese tipo de espectáculo clásico, despojado, que es muy llegador a la gente. Puro teatro.
-¿Y Nacha Guevara es más de noche o de día?
-Yo soy más diurna. Cuando no estoy trabajando me gusta más el día. Hay una energía en la mañana muy especial. Me gusta hacer todo temprano, pero el trabajo es el que rige nuestros horarios. De todas formas, las noches de verano en Madrid son tan hermosas que da gusto salir.
-¿Cree que «Mucho más que dos» está indicado solamente para nostálgicos?
-No, porque yo detesto la nostalgia. Los verdaderos artistas, y estoy hablando de los autores de lo que hacemos, no son ni nostálgicos ni futuristas. Son eternos, por eso son artistas. Un Neruda, un Benedetti, un Martí, un Boris Vian... No son ni modernos ni antiguos. Ese es el don. No son mediáticos. No tienen detrás a la compañía de discos haciéndoles el márketing para que vivan tres meses y después desaparezcan. Así que no. Mucho más que dos es más eterno que nostálgico.
-El humor siempre ha estado muy presente en sus trabajos. Ahora se necesita más que nunca, ¿no?
-Siempre se necesita, pero hay una diferencia entre hacer humor y hacer cosas cómicas. El humor implica mucha observación y mucha inteligencia. Es irreemplazable y muy difícil de encontrar en su forma verdadera. Cuando es como tiene que ser, trae una luz diferente sobre las cosas. Pero hoy lo que se hacen son chistes en general, que es otra cosa. Yo no renuncio nunca al humor.
-Usted comparte escenario con su antigua pareja. Eso es llevarlo bien...
-Sí. Estuvimos juntos cerca de dieciséis años. ¡La verdad es que nos llevamos mejor ahora que cuando estábamos juntos! [risas]. Ha pasado ya mucho tiempo y trabajar con alguien que uno conoce tanto te da una comodidad enorme, hay una confianza mutua muy grande. Eso crea una sensación de seguridad en el público. Están en buenas manos.
-¿Qué ocurrió con su intento de entrar en la política argentina en las pasadas elecciones?
-Desistí porque, después de estar trabajando unos cuantos meses, me di cuenta de que las cosas que yo quería hacer, y por las cuales quise entrar a esa arena, no eran posibles en ese momento. Yo tenía mis proyectos de educación en valores, educación para la tolerancia, derechos de la mujer... Y las urgencias hoy son otras en mi país. El campo es muy político y a mí me interesa más el terreno social. En el mundo en general se está privilegiando lo urgente por lo importante, cosa con la que no estoy de acuerdo, y me di cuenta de que iba a estar allí sentada sin llegar adonde yo quería. Opté entonces por hacer cosas más pequeñas, pero en la dirección en la que yo quiero. No me asustó la política. Me asustó perder el tiempo.