Confesiones. Este año cumplirá 70, pero insiste con que está espléndida porque no piensa en el paso del tiempo. Hace rato que no está en pareja pero asegura que no le pesa en absoluto la soledad. Y aunque dice que no tiene nada que explicar, dio las razones de la renuncia a su banca de diputada antes de asumir. De todo esto y más, charló con Para Ti antes de subir al escenario.
Si bien a esta altura ya es cliché hablar de lo bien que se mantiene Nacha Guevara, hay que decirlo: el tiempo parece no pasar para ella. “Sesenta y nueve años y contando”, dirá cuando le preguntemos la edad. Son las once de la noche y en el hall del Yoo, el llamativo y glamoroso edificio de Punta del Este diseñado por Phillip Stark, los invitados esperan ansiosos para ver y escuchar a Nacha. Entre bambalinas, varios organizadores van y vienen con nerviosismo, y un apuro que a ella no le afecta.
Sentada sobre el respaldo de un sillón, habla con Para Ti. “Hace años que no venía a Punta del Este. Toda esta cosa de café concert la hacían Antonio (Gasalla) y Carlos (Perciavalle), en La Fusa ¿en la parada 11, no?”, dice, rememorando. La pregunta va dirigida a Alberto Favero, su ex marido y compañero de ruta artística, con quien presenta este show. “Era un lugarcito muy pequeño, había un solo farol de luz y Antonio tenía que prenderlo con un palo de escoba… Nos divertíamos mucho.
Luego hicimos un café concert en el que trabajamos los tres juntos: Carlos, Antonio y yo. Esa fue una temporada de dos meses”, recuerda Nacha.
¿Y ahora viniste con intenciones de quedarte de vacaciones? Me invitaron a quedarme unos días, pero no decidí todavía. Desde que llegué estamos como en una batidora: vamos, subimos, bajamos… No sé bien qué voy a hacer. En realidad, a mí no me gusta Punta del Este en verano, sí vengo en primavera y hasta en invierno.
Imaginamos que no hacés playa. ¡Sííí! Me encanta la playa, pero la prefiero en el Caribe. Me gusta el mar más tranquilo, calentito y más claro.
¿Pero te exponés al sol? No, no me tiro al sol, me da como claustrofobia, me asfixia. Además, cuido mi piel. Sí me gusta caminar al sol. En Mar del Plata, cuando era niña, teníamos veranos de 3 meses debajo del sol. Tengo fotos en que soy una negra, así que me tomé todo el sol que tenía que tomar ya.
¿Estás de novia? ¡Qué te voy a decir! Soy muy aburrida, hoy me llamó un amigo y me dijo: “¿Así que estás de novia?”... Le dije: “Me tenés que contar porque yo no sé” (risas).
Hace varios años que no tenés pareja. ¿Te llevás bien con la soledad? En realidad, me llevo bien conmigo, que es el principio básico para después llevarse bien con alguien. También cuando uno vive mucho tiempo solo se vuelve un ser insoportable, todo lo hace a la medida, al gusto y al tiempo de uno. Se vuelve difícil aprender a compartir. Pero bueno, por ahora estoy muy bien, estoy sola, muy tranquila, ¡y no me aburro!
Alguna vez dijiste que aún no habías encontrado a tu príncipe azul. Es que, en realidad, el príncipe azul no existe, es una deformación de la infancia y de las películas maravillosas y mágicas que vimos en Hollywood.
¿Pero tendrías ganas de enamorarte nuevamente? No lo sé. Cuando estoy sola y me viene la nostalgia, miro el sillón que está al lado mío y me imagino a las personas más divinas y maravillosas, y digo: “¿Yo estaría al lado de esta persona? No creo”. Así que estoy bien así ¿Es tan difícil de creer?
Para nada. Además se te ve muy bien. ¿Seguís haciendo cosas por tu belleza? Menos que antes, y tampoco estoy haciendo demasiada gimnasia. Ahora tal vez vuelva un poco para hacer ejercicios y rutinas de baile con mi coreógrafo que viene unos días de Estados Unidos. He estado un poco vaga. Después me cuido con el tema de las comidas: soy vegetariana de toda la vida, pero tampoco lo hago como si fuera un sacrificio, porque no creo en el sacrificio. Como lo que tengo ganas de comer. Siempre tuve una voz interior y una necesidad de comer de determinada manera. Nací en una familia argentina, en los años ’40, donde esto era como ser un marciano. Así que cuando ya pude pagarme mis primeras comidas, me hice vegetariana.
Este año cumplís 70… ¿Qué significa para vos ese número? (Piensa) Esta sociedad está muy ocupada con el tema de los números… Y cuanto uno más se ocupa de eso, más el tiempo te lo hace sentir. Hay un libro extraordinario que se llama Cuerpo sin edad mente sin tiempo (N. de la R.: del Dr. Deepak Chopra). Cuando la mente está ocupada siempre en lo que cambia, en lo que cae, en lo que envejece, en las horas que pasan, el cuerpo obedece a esa actividad de la mente. Cuando uno ha aprendido desde hace muchos años a establecer la mente en el lugar donde tiempo y espacio tienen leyes diferentes, el cuerpo también lo siente. Así que yo no vivo pendiente del tiempo en este sentido. El tiempo es una convención, es un acuerdo que hemos hecho, es cíclico, es un acuerdo colectivo.
Convengamos que no es algo común que las mujeres piensen así. No, claro. Y por eso tal vez decaemos más rápido. Todo aquello en que pongas tu atención se va a desarrollar, va a crecer, y va a manifestarse. Y todo a lo que retires tu atención va a tender a desaparecer. Si estás pendiente de que estás envejeciendo, vas a envejecer más rápido.
¡Pero en tu caso pareciera que vas rejuveneciendo! Siempre pensé que es posible un reversal of aging. Hay dos edades: la cronológica y la biológica. La que vale es la biológica.
Siempre dijiste querer mucho a tu país. ¿Cómo vivís estas épocas con inseguridad, inestabilidad económica e instituciones en crisis? Yo soy muy argentina y tengo mi historia muy ligada al país. Todo lo que pasa siempre me afecta, pero es la realidad que estamos creando todos los días. El día que nos demos cuenta de que somos creadores de la realidad, no sus víctimas, el país y el mundo cambiarán. Pero, lo que está es lo que hemos creado, y mientras no nos hagamos cargo de que esto es parte de nuestra responsabilidad, va a ser muy difícil que lo remontemos. Cuando la culpa siempre la tiene el otro, el jefe, el papá, el intendente, el gobernador, o quien fuera, no vamos a ningún lado. Eso lo que hacemos primero: ser víctimas. Y después no tomamos el toro por las astas, porque siempre algo uno puede hacer desde su lugarcito. Así que, como dice la canción de Michael Jackson, “si no te gusta lo que ves en el espejo, cámbialo”.
Este año sorprendiste a todos con una candidatura a diputada nacional a la que renunciaste antes de asumir. ¿Qué lectura hacés ahora de esa decisión? Me aplaudo todas las mañanas por haber renunciado a la banca de diputada. Cuanto más tiempo pasa, siento que menos tengo necesidad de explicar por qué. Pero te lo voy a decir: creo que este Congreso no está preparado para que yo esté allí con mis proyectos humanísticos, artísticos, pacifistas, poéticos…
¿Por qué? Porque se necesitan gladiadores ahí adentro y no a una artista. Y la situación, además, se deterioró mucho en los últimos meses desde la elección a ahora. Entonces, la verdad es que vi que mi voz no iba a ser escuchada, y no tengo edad para perder el tiempo. Tengo que hacer cosas, realizarlas y verlas hechas, aunque sean muy pequeñitas. Así que seguiré trabajando en algunas cosas. Lo que tuvo de bueno que en esos seis meses trabajé mucho con las bases, con gente hermosa que no sale en las tapas de ningún diario ni de las revistas. Quiero seguir trabajando con esos grupos que fui conociendo. Tengo unas tareas pendientes pero no tengo por qué hacer un show de eso.
¿Y qué te ha dicho la gente en la calle? La gente se enojó cuando asumí y cuando me bajé también. Es relativo. Uno nunca debe guiarse por eso, porque la voz interior es la que única que debés obedecer, porque es con la que vas a vivir toda la vida… No vas a vivir con la gente de la calle, sino con su conciencia.
¿Y la tuya está tranquila? Absolutamente.
Fuente: parati.com