Nacha Guevara y Alberto Favero proponen un show de canciones que narran la cultura artística nacional
Nacha y Favero. Con Nacha Guevara y Alberto Favero. Escenografía: Alberto Negrín. Producción ejecutiva: Alvaro Rufiner. Producción general: Norberto Baccon. Dirección general: Nacha Guevara. En La Trastienda. Los jueves y viernes, a las 21.
Por Federico Irazábal De la Redacción de LA NACION: No cabe duda de que uno de los mejores modos de conocer un país, a su gente y su cultura es a través de las canciones que produce. Los ritmos y las letras parecen estar en concordancia con los modos como se vive y los distintos sistemas de pensamiento que imperan y moldean subjetividades de un modo, y no de otro.
Este es el viaje que propone esta vez Nacha Guevara y Alberto Favero de un modo explícito: un recorrido por el repertorio de los artistas, que cubre las últimas cuatro décadas de nuestro país, con momentos soñados y entrañables, por un lado, y tragedias y genocidios, por el otro. Todo comienza, como era de esperar, con el mítico Instituto Di Tella. Allí, por ejemplo, se produce el encuentro entre Guevara y su entonces "enemigo", el periodista y crítico Ernesto Schoo, quien supo cuestionar a la actriz y cantante en profundidad, para luego componerle canciones, una de las cuales, un tango, es interpretada en este espectáculo.
Esta es la excusa para que Guevara incluya su presente político (ha sido electa diputada en las últimas elecciones legislativas), puesto que dice que esa experiencia le permite entender que una habilidad que tiene es la de convertir en amigo al enemigo, algo que le será muy útil en la actualidad.
Poco hay para decir sobre el desempeño artístico de estos dos nombres. Ya todos sabemos de su calidad, de su profesionalidad y también del variado e interesante repertorio. En lo que hace al desempeño de ellos en tanto pareja creativa, este cronista poco puede señalar, debido a que fue ubicado exactamente detrás de una columna que ocultaba totalmente el piano. A juzgar por las reacciones del público, Favero tiene un gran protagonismo actoral, y no únicamente musical, pero del que nada podemos señalar. Sí, podría objetarse que ciertos arreglos vocales que produjo en "Mi ciudad" distan y mucho de la potencia expresiva que supo tener en su momento, pero esto no es más que un detalle.
Talento y paradoja
Y si bien el mítico Di Tella y el Café Concert son evocados por el diálogo que Guevara establece con la platea y, obviamente, por el repertorio, sí, habría que señalar allí algunas discrepancias. Aquellos momentos de los que la pareja supo ser uno de los tantos protagonistas, fue un momento de lucha, de disidencia, de enfrentamiento al poder hegemónico. Dicho en términos más técnicos, eran productores de la contracultura. Y aquellas canciones quedaron asociadas a ese momento, fundamentalmente aquellas en las que la actriz parodia "el modo de vida" de los ricos. Y resulta paradojal -aunque la cultura suele ser experta en silenciar las contradicciones y aplaude emocionada- que esos mismos textos sean dichos en un espacio cultural como es La trastienda, que dista y mucho de formar parte de algún movimiento de contracultura. En ese sentido, aquel momento de lucha y de compromiso queda absolutamente vaciado de contenido, algo que, lamentablemente, no le ocurre únicamente al espectáculo, sino que, por el contrario, él es parte de un modo de ser en el presente.
FUENTE: Por Federico Irazábal De la Redacción de LA NACION