Edmundo Rivero acampañó con sus guitarras a Nacha Guevara; interpretaron el tango Llorá argentino, de Cortázar editado en el LP Mezzo Soprano.
EDMUNDO RIVERO, patrón y voz del Viejo Almacén, recibió, no sin asombro, la visita de la noche joven de Buenos Aires. NACHA GUEVARA, con pantalón negro y larga chaqueta sin mangas, una blusa floreada y una casi tímida voz, cantó el Llorá argentino, de Cortázar, a quien Alberto Favero puso música.
El lugar, un pequeño cuartito del altillo, sirvió de íntimo encuentro entre la voz mayor de la ciudad y la nueva y rebelde forma de expresar a nuestro Buenos Aires contemporáneo. El mismo Rivero acompañó con sus guitarras a Nacha, como para cumplir con un primer pacto entre las dos generaciones. Cerrando el pequeño círculo, Irma Roy, Osvaldo Papaleo, Duillo Marzio y GENTE se constituyeron en testigos de lo nuevo entre las viejas paredes del Almacén más cálido de San Telmo.