25 canciones de refinada virulencia; 1 pequeña bomba de tiempo, negra y redonda; 1 fenomenal éxito de Anastasia querida; 2 millones y medio de pesos; Todo esto en el primer suceso de Nacha.
Con espíritu travieso y una ponderable cuota de talento, Nacha Guevara adquiere confianza y estilo a través de un espectáculo, “Anastasia querida” que le permite tutearse con el éxito.
El domingo pasado, la cantante Nacha Guevara arrojó desde el escenario del Instituto Di Tella, en Buenos Aires, una pequeña bomba de tiempo, negra y redonda, como se estila en las mejores historietas. Un pulcro señor de la platea tomó la bomba y se la guardó en el bolsillo, llevándosela a su casa. El infernal artefacto —obviamente— es de goma, y según la diva “ya hemos fabricado más de cien pelotas similares que la gente se lleva consigo al final de la función”. Pero éste es sólo uno de los puentes entre actriz y público que explican el fenomenal éxito de Anastasia querida, un recital de 25 canciones de refinada virulencia, con mezcla de varieté, vodevil, mímica, caricatura, canción de protesta; de miércoles a domingo Nacha consigue colmar —cosa poco común— las instalaciones del templo de la sofisticación porteña.