Olympia

  • El recuerdo del sello Olympia

    La grabadora nació en 1968 a partir del encantamiento de uno de sus fundadores, el psicólogo Alberto Brodesky, con Nacha Guevara y los letristas que escribieron especialmente para ella: Carlos del Peral, Julio Cortázar, Griselda Gambaro y Ernesto Schoo.

    Olympia se vendía sólo en librerías seleccionadas, lo que no impidió que "Nacha Guevara canta", el debut del sello y de la duradera estrella, sorprendiera a todos agotando rápidamente.

    Como si no fuera suficiente injusticia que un buen disco realizado hace más de tres décadas permanezca casi desconocido por culpa de vacíos legales que impiden la reedición, al recordar su existencia, el autor de esta columna se lo adjudicó a un artista equivocado. Seguramente que Quique Strega, el verdadero creador de "Folklore en la Universidad", sabrá disculpar el error de la semana pasada, cometido a pesar de tener delante el sobre original con óleo de Gambartes y notas de Luis Montenegro, ya que al menos le queda el alivio de haber sido confundido con un guitarrista respetado, como Quique Sinesi.

    Lo que no pretendía más que llamar la atención sobre un doble despojo -a los intérpretes por no poder mostrar momentos decisivos de su carrera y a la comunidad por birlarle muestras fundamentales de su música popular- se ha transformado en un viaje a los recuerdos del que cada uno vuelve reivindicando su disco maldito predilecto, aunque cuando llegue el momento de proclamar lo más representativo de las grabaciones producidas y abandonadas, no será cierto título aislado sino un catálogo íntegro: el del sello Olympia.

    No porque su producción haya sido prolongada ni voluminosa sino por constituir el caso más perfecto de una etiqueta esfumada sin dejar huellas, no obstante su valor como testimonio de años muy especiales de la vida artística porteña, aquel fenómeno periodístico más que musical rotulado "Nueva canción argentina". La grabadora nació en 1968 a partir del encantamiento de uno de sus fundadores, el psicólogo Alberto Brodesky, con Nacha Guevara, que acababa de estrenar su primer show, "Nacha de noche", en el Instituto Di Tella, sala a la que retornaría con ciclos todavía más exitosos: "Hay que meter la pata" y "Anastasia querida".